LAS DIOXINAS Y SUS EFECTOS EN LA SALUD HUMANA - FERIA DE LA SALUD

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LAS DIOXINAS Y SUS EFECTOS EN LA SALUD HUMANA
Las dioxinas constituyen un grupo de compuestos químicos que son contaminantes ambientales persistentes (COP), se encuentran en el medio ambiente de todo el mundo y se acumulan en la cadena alimentaria, principalmente en el tejido adiposo de los animales.

Las dioxinas son contaminantes ambientales que pertenecen a la llamada «docena sucia»: un grupo de productos químicos peligrosos que forman parte de los llamados contaminantes orgánicos persistentes (COP). Las dioxinas son preocupantes por su elevado potencial tóxico. La experimentación ha demostrado que afectan a varios órganos y sistemas.

Una vez que penetran en el organismo, persisten en él durante mucho tiempo gracias a su estabilidad química y a su fijación al tejido graso, donde quedan almacenadas. Se calcula que su semivida en el organismo oscila entre 7 y 11 años. En el medio ambiente, tienden a acumularse en la cadena alimentaria. Cuanto más arriba se encuentre un animal en dicha cadena, mayor será su concentración de dioxinas.

El nombre químico de la dioxina es  2,3,7,8-tetraclorodibenzo-para-dioxina (TCDD). El término «dioxinas» se utiliza a menudo para referirse a una familia de compuestos relacionados entre sí desde el punto de vista estructural y químico, constituida por las dibenzo-para-dioxinas policloradas (PCDD) y los dibenzofuranos policlorados (PCDF). Bajo esa designación también se incluyen algunos bifenilos policlorados (PCB) análogos a la dioxina que poseen propiedades tóxicas similares. Se han identificado unos 419 tipos de compuestos relacionados con la dioxina, pero se considera que sólo aproximadamente 30 de ellos poseen una toxicidad importante, siendo la TCDD la más tóxica.
Las dioxinas tienen elevada toxicidad y pueden provocar problemas de  reproducción y desarrollo, afectar el sistema inmunitario, interferir  con hormonas y, de ese modo, causar cáncer.
Fuentes de contaminación por dioxinas
Las dioxinas son fundamentalmente subproductos de procesos industriales, pero también pueden producirse en procesos naturales como las erupciones volcánicas y los incendios forestales. Las dioxinas son subproductos no deseados de numerosos procesos de fabricación tales como la fundición, el blanqueo de la pasta de papel con cloro o la fabricación de algunos herbicidas y plaguicidas. En cuanto a la liberación de dioxinas al medio ambiente, la incineración descontrolada de desechos (sólidos y hospitalarios) suele ser la causa más grave, dado que la combustión es incompleta. Existe tecnología que permite la incineración controlada de desechos con bajas emisiones.

Aunque la formación de dioxinas es local, su distribución ambiental es mundial. Las dioxinas se encuentran en todo el mundo en prácticamente todos los medios. Las mayores concentraciones se registran en algunos suelos, sedimentos y alimentos, especialmente los productos lácteos, carnes, pescados y mariscos. Sus concentraciones son muy bajas en las plantas, el agua y el aire.

Existen en todo el mundo grandes depósitos de aceites industriales  de desecho con PCB, muchos con grandes concentraciones de PCDF. El almacenamiento prolongado y la eliminación inadecuada de este material puede liberar dioxinas hacia el medio ambiente y contaminar los  alimentos humanos y animales. Los residuos con PCB no se pueden eliminar fácilmente sin que contaminen el medio ambiente y la población humana. Esos materiales tienen que ser tratados como residuos peligrosos, y lo mejor es destruirlos mediante incineración a altas temperaturas en instalaciones especializadas.
Debido a la presencia generalizada de dioxinas, todas las personas tienen antecedentes de exposición, que se espera no afecten a la salud humana. No obstante, en vista del alto potencial de toxicidad de este tipo de compuestos, es preciso realizar esfuerzos por reducir los actuales niveles de exposición.
Incidentes de contaminación con dioxinas
En muchos países se analiza el contenido de dioxinas en los  alimentos. Esto ha permitido una detección rápida de la contaminación y a menudo ha reducido su impacto.
En muchos casos la contaminación con dioxinas se introduce a  través de piensos contaminados, por ejemplo se determinó que algunos casos de niveles elevados de dioxinas en la leche o los piensos se debían a la arcilla, grasa o gránulos de pulpa de cítricos utilizados en la producción del pienso.

Algunos incidentes de contaminación por dioxinas han sido más importantes y han tenido consecuencias más amplias en muchos países.
A fines de 2008 Irlanda retiró del mercado muchas toneladas de carne de cerdo y productos porcinos, porque se detectó que las muestras analizadas contenían hasta 200 veces más dioxinas que el límite de  inocuidad prescrito. Esta investigación dio lugar a una de las mayores retiradas del mercado debidas a contaminación química.
La evaluación de riesgos realizada por Irlanda indicó que no existía peligro para la salud pública. El seguimiento determinó que la contaminación se había originado en alimentos contaminados.

En 1999 se detectaron altas concentraciones de dioxinas en aves de corral y huevos procedentes de Bélgica. Posteriormente se detectaron en  otros países alimentos de origen animal (aves de corral, huevos, cerdo) contaminados con dioxinas, cuyo origen se encontraba en piensos contaminados por aceite industrial de desecho con PCB que había sido eliminado de forma ilegal.

Más del 90% de la exposición humana se produce por medio de los  alimentos, en particular los productos cárnicos y lácteos, pescados y  mariscos.
En un grave accidente registrado en 1976 en una fábrica de productos químicos en Seveso (Italia) se liberaron grandes cantidades de dioxinas. La nube de productos tóxicos, entre los que se encontraba la TCDD, acabó contaminando una zona de 15 km2 con 37.000 habitantes.
Se siguen realizando amplios estudios de la población afectada para determinar los efectos a largo plazo de este incidente en la salud humana.

También se han estudiado ampliamente los efectos sobre la salud de la TCDD presente como contaminante en algunos lotes del llamado agente naranja, un herbicida utilizado como defoliante durante la guerra de Viet Nam. Se sigue investigando su relación con ciertos tipos de cáncer y la diabetes.

Aunque puede verse afectado cualquier país, la mayoría de los casos se han notificado en países industrializados que disponen de medios adecuados de vigilancia de la contaminación alimentaria, donde hay más conciencia del peligro y en los que hay mejores mecanismos de  control para detectar problemas relacionados con las dioxinas.
También ha habido casos de intoxicación humana intencionada. El más notable, registrado en 2004, es el del Presidente de Ucrania, Viktor Yushchenko, cuyo rostro ha quedado desfigurado por el acné clórico.
Las medidas más eficaces para evitar o reducir la exposición humana son las adoptadas en el origen, o sea, la instauración de controles rigurosos de los procesos industriales con miras a minimizar la formación de dioxinas.
Efectos de las dioxinas en la salud humana
La exposición breve del ser humano a altas concentraciones de dioxinas puede causar lesiones cutáneas, tales como acné clórico y manchas oscuras, así como alteraciones funcionales hepáticas. La exposición prolongada se ha relacionado con alteraciones inmunitarias, del sistema nervioso en desarrollo, del sistema endocrino y de la  función reproductora.

La exposición crónica de los animales a las dioxinas ha causado varios tipos de cáncer. El Centro Internacional OMS de Investigaciones sobre el Cáncer (CIIC) realizó en 1997 y 2012 evaluaciónes de la TCDD. De acuerdo con los datos de las investigaciones en animales y los datos epidemiológicos humanos, el CIIC ha clasificado la TCDD como «carcinógeno humano». Sin embargo, no afecta al material genético, y hay un nivel de exposición por debajo del cual el riesgo de cáncer podría  ser insignificante.

Como las dioxinas están omnipresentes, todos tenemos una exposición de fondo y una cierta concentración de dioxinas en el organismo: la llamada carga corporal. En general, no es de suponer que la exposición de fondo normal actual tenga efectos en la salud humana. No obstante, debido al gran potencial tóxico de esta clase de compuestos, son necesarias medidas para reducir la exposición de fondo actual.
Subgrupos sensibles
El feto es particularmente sensible a la exposición a las dioxinas. El recién nacido, cuyos órganos se encuentran en fase de desarrollo rápido, también puede ser más vulnerable a algunos efectos. Algunos individuos o grupos de individuos pueden estar expuestos a mayores concentraciones de dioxinas debido a sus dietas (por ejemplo, grandes consumidores de pescado en algunas zonas del mundo) o a su trabajo (por ejemplo, trabajadores de la industria del papel y de la pasta de papel, o de plantas de incineración y vertederos de desechos peligrosos).
Prevención y control de la exposición a las dioxinas
La incineración adecuada del material contaminado es mejor método  disponible para prevenir y controlar la exposición a las dioxinas. Asimismo, puede destruir los aceites de desecho con PCB. El proceso de incineración requiere temperaturas elevadas, superiores a 850 °C. Para destruir grandes cantidades de material contaminado se necesitan temperaturas aún más elevadas, de 1000 ºC o más.
La prevención o reducción de la exposición humana se hace mejor con medidas dirigidas a las fuentes, es decir, un control estricto de los procesos industriales para reducir al máximo la formación de dioxinas. Esto es responsabilidad de los gobiernos nacionales, la Comisión del Codex Alimentarius adoptó en 2001 un Código de prácticas sobre medidas aplicables en el origen para reducir la contaminación de los alimentos con sustancias químicas (CAC/RCP 49-2001). Más tarde, en 2006, se adoptó un Código de prácticas para la prevención y la reducción de la contaminación de los alimentos y piensos con dioxinas y BPC análogos a las dioxinas (CAC/RCP 62-2006).

Más del 90% de la exposición humana a las dioxinas procede de los  alimentos, y fundamentalmente de la carne, los productos lácteos, el pescado y el marisco. Por consiguiente, la protección de los alimentos  es crucial. Además de las medidas aplicables en el origen para reducir la emisión de dioxinas, es necesario evitar la contaminación secundaria de los alimentos a lo largo de la cadena alimentaria. Para la producción de alimentos inocuos es esencial que haya buenos controles y prácticas durante la producción primaria, el procesamiento, la distribución y la  venta.
Como se indica en los ejemplos citados, el pienso contaminado es a menudo la causa subyacente de la contaminación alimentaria.
Debe haber sistemas de vigilancia de la contaminación de los  alimentos o piensos que garanticen que no se superan los niveles tolerados. Los productores de piensos y alimentos son los responsables  de garantizar la seguridad de las materias primas y de los procesos de  producción, mientras que la vigilancia de la inocuidad de los alimentos y  la adopción de medidas de protección de la salud pública es competencia  de los gobiernos nacionales. Cuando se sospeche una contaminación, los  países deben disponer de planes de contingencia para identificar,  detener y eliminar los alimentos y piensos contaminados. Deben examinarse la población afectada (por ejemplo, mediante determinación de  los contaminantes en la sangre y la leche humanas) y sus efectos (por  ejemplo, la vigilancia clínica para detectar signos de enfermedad).
La eliminación de la grasa de la carne y el consumo de productos lácteos con bajo contenido graso pueden reducir la exposición a las dioxinas.
¿Qué puede hacer el consumidor para reducir el riesgo de exposición?
Una dieta equilibrada, con cantidades adecuadas de fruta,  verduras y cereales, contribuye a evitar una exposición excesiva a una misma fuente. Esta es una estrategia a largo plazo para reducir la carga  corporal, y probablemente sea más importante en las niñas y las mujeres  jóvenes, con el fin de proteger la exposición del feto y de los  lactantes amamantados. No obstante, las posibilidades de que los  consumidores reduzcan su propia exposición es limitada.
¿Qué se necesita para identificar y medir las dioxinas en el medio ambiente y los alimentos?
El análisis químico cuantitativo de las dioxinas requiere métodos sofisticados de los que sólo disponen algunos laboratorios en todo el mundo. El costo de los análisis es muy elevado y depende del tipo de  muestra, pero oscila entre US$ 1000 para el análisis de una única muestra biológica y varios miles de US$ para una evaluación exhaustiva  de las emisiones de un incinerador de desechos.
Se están desarrollando cada vez más métodos biológicos de cribado, basados en células o anticuerpos, cuya utilización en las muestras de  alimentos y piensos se está cada vez más validando. No obstante, esos métodos  de cribado permitirán realizar más análisis con un costo menor. En caso de que una prueba de cribado dé resultados positivos, debe efectuarse una confirmación con análisis químicos más complejos.
En 2015 la OMS publicó por vez primera estimaciones de la carga mundial de enfermedades transmitidas por los alimentos. En este contexto se examinaron los efectos de las dioxinas en la fecundidad y la función  tiroidea, y considerando estos dos criterios de valoración se comprobó que la exposición a las dioxinas puede tener una contribución significativa a la carga de enfermedades de transmisión alimentaria en  algunas partes del mundo.
La reducción de la exposición a las dioxinas es un objetivo  importante desde el punto de vista tanto de la salud pública, para reducir la carga de morbilidad. Con el fin de proporcionar orientación  sobre los niveles de exposición aceptables, la OMS ha celebrado una  serie de reuniones de expertos.

En 2001, el Comité Mixto de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO)/OMS de Expertos en Aditivos Alimentarios llevó a cabo una evaluación exhaustiva de los riesgos de  las PCDD, los PCDF y los PCB análogos a la dioxina. Para evaluar los riesgos que suponen estas sustancias para la salud a corto o a largo plazo se debe determinar la ingesta total o media a lo largo de meses, y la ingesta tolerable debe evaluarse a lo largo de un periodo de al menos un mes.
Los expertos han establecido de forma provisional una ingesta mensual tolerable de 70 pg/kg/mes. Esta es la cantidad de dioxinas que  se puede ingerir a lo largo de la vida sin que se produzcan efectos detectables en la salud.
La OMS también ha llevado a cabo estudios periódicos sobre las concentraciones de dioxinas en la leche humana. Estos estudios permiten evaluar la exposición humana a las dioxinas procedentes de todas las fuentes. Datos recientes sobre la exposición indican que las medidas introducidas en varios países desarrollados para controlar la liberación de dioxinas han producido una reducción considerable de la exposición a estos compuestos a lo largo de los dos últimos decenios. Los datos de los países en desarrollo son incompletos y todavía no permiten analizar las tendencias a lo largo del tiempo.
Se está examinando la posibilidad de tomar algunas medidas destinadas a reducir la producción de dioxinas durante los procesos industriales y de incineración. La OMS y el PNUMA han iniciado encuestas mundiales sobre la leche materna, que incluyen a muchos países en desarrollo, con objeto de vigilar las tendencias en la contaminación con dioxinas en todo el planeta y la eficacia de las medidas aplicadas en virtud del Convenio de Estocolmo.

Las dioxinas están presentes en el medio ambiente y en los alimentos en mezclas complejas. Para evaluar el riesgo de esas mezclas en su totalidad se ha aplicado a este grupo de contaminantes el concepto  de equivalencia tóxica. La OMS ha establecido y reexaminado periódicamente en reuniones consultivas de expertos los factores de  equivalencia tóxica (FET) de las dioxinas y compuestos conexos. De este modo, la OMS ha establecido valores FET aplicables al ser humano, a  otros mamíferos, a las aves y a los peces.
Fuente: OMS
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